Los refugiados representan la tragedia más colosal de nuestro tiempo, por mucho que los medios, a sueldo de los grandes grupos económicos con el consentimiento de algunos políticos, nos lo disfracen en la sección de sucesos. No. Los refugiados huyen de una guerra en la que Europa ha tomado partido de una manera u otra, y por eso ahora tiene que tomar partido por miles de personas que han tenido que arrojarse al mundo para buscar la paz, el techo y el trabajo que en su tierra la guerra ha devastado. De los doce millones de refugiados sirios, Europa se reparte las migajas de medio millón. Medio millón de doce millones. Nada.
En nuestra obra, la gran Europa es una vieja que quiere comerse a dos hermanos que llegan a su casa engolosinados por el chocolate. El chocolate o la prosperidad. Son dos hermanos y no de sangre, Hans y Gret, él sirio y ella alemana, cuyo encuentro lo propició un bosque y las mismas ganas de huir: él de la guerra, ella de la falta de cariño de un padre al que solo le preocupa su Audi. Los dos son refugiados, pero para el sirio nada de esto es un juego, aunque los más desesperados europeos, los que han sido excluidos del amor materno y, por tanto, de cualquier amor, jueguen a alistarse en el DAESH o el ISIS. Puede ser el caso del desesperado Lit. el otro joven europeo. Lit odia a su madre porque no tiene dinero. Su madre, en cambio, sí lo ama a él, pero Lit a quien de verdad quiere es a su madrastra, la cual solo le utiliza para sacarle dinero al padre. Los tres buscan refugio, pero al final el sirio acaba en mitad del bosque, con las alimañas mordiéndole los talones. Los otros dos, los que no nunca mirarán de cara los ojos del lobo, son víctimas de una farsa, de un cruel baile de disfraces.
La obra intenta responder a la tragedia de los refugiados con un cuento muy europeo: Hansel y Gretel. Al menos se intenta pensar con una narración tradicional europea un drama muy universal, el de los que huyen de la guerra y buscan otra tierra y saben que siempre serán unos apátridas y buscarán, en donde caigan, solo un refugio, un abrigo para evitar la intemperie del mundo. Universal y no por eso menos real, histórico, de hoy, de carne y hueso, de suciedad, de mal olor, de falta de descanso, entre el hambre, el frío y el sueño. De cuerpos que abarrotan los caminos y de cuerpos enterrados en el mar.
Jose Aurelio Martín Rodríguez
EQUIPO TÉCNICO Y ARTÍSTICO:
SONIDO E ILUMINACIÓN: ARIADNA PÉREZ.
MAQUILLAJE: TATIANA LADRÓN DE GUEVARA.
ESCENOGRAFÍA: GRUPO SIMPROTA.
CARTELERÍA: CRISTINA RAMÍREZ.
DIRECCIÓN: JOSE AURELIO MARTÍN RODRÍGUEZ.
REPARTO
CLAR: CLARA CEPERO
MAT: MARÍA MATEOS
GRET: MARINA BENÍTEZ
MARIJ: MARÍA JOSÉ AGÜERA
MARIOL: MARIOLA ASTORGA
RACHEL: RAQUEL ROMÁN
HUMBERT: HUMBERTO GARCÍA
HANS: JORGE. LIT: MANUEL MARCHANTE.
Refugiados, individualismo, soledad, familia, presión social de los iguales.
Audiovisual elaborado por Alberto Fernández del Castillo sobre una obra de Jose Aurelio Martín: La casita de chocolate.