Vídeo para el día de la Paz. Ies Sidón. El curso 1º de ESO C, junto con sus profesores de plástica, lengua y la monitora del centro IES SIDÓN, se involucró en celebrar la paz de forma positiva, recitando un poema de B. Brecht: Canción del la buena gente. Las manos y el color azul son protagonistas del vídeo, además de la palabra poética. La paz es una conquista que hay que defender: FIRMES EN LA PAZ.
Uno de los últimos inventos del célebre Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que es la mejor escuela de ingeniería del mundo, que atesora 76 premios nobel entre sus egresados de toda la historia, es un aparato que uno se coloca sobre el cuerpo y, hace el efecto de un cálido abrazo cada vez que alguien hace clic en los ya míticos “me gusta” del facebook. El mero hecho de que el MIT haya invertido en este estudio demuestra muchas cosas, porque en este instituto no solo hay ingenieros preocupados por la técnica, también hay lingüistas, psicólogos, economistas; por lo tanto, el hecho de aventurarse a diseñar un cacharro como este no es debido únicamente a un afán técnico, sino que está diseñado para cubrir una necesidad. La necesidad de ser abrazado, la necesidad de recibir afecto directo e inmediato.
Mientras estamos distraídos con la mensualidad de la hipoteca que no para de subir porque firmé la cláusula suelo, con consumir las cinco piezas de fruta y verdura diarias, con el desahucio del primo de mi vecina, con el del tercero que aún no ha quitado los reyes escaladores impasibles ante la ciclogénesis explosiva y la miseria política, mientras vemos venir la final del carnaval, olvidamos lo fundamental: todos y cada uno de nosotros necesitamos recibir afecto directo e inmediato.
Sin embargo, nos es mucho más fácil despreciar minusvalorando al de al lado que resaltarle los aciertos. Probablemente la excusa más valorada apelará a la cuestión genética, aquella de “estamos programados para la lucha por la supervivencia”; aunque hoy en día nuestra socialización tiene más peso que la genética. Aún así, todos, sobre todo aquellos que vivimos en esta selva urbana, hemos olvidado aprender y enseñar lo que nos señalan insistentemente desde otros continentes “menos civilizados”: yo soy porque nosotros somos. Mi vida individualmente no tiene sentido, para sobrevivir necesito convivir, querer y que me quieran. Ahora bien, ¿Quién nos enseña a querer y a dejarnos querer?
Hay en Medina Sidonia un grupo de personas empeñadas en bregar con este asunto, un puñado de soñadores que han decidido integrar los valores sociales en la educación. Con anteriores visionarios, recuérdese al Federico de La Barraca o al más cercano Fernando Guillén, formado en el Teatro Español Universitario, arriesgándose en plena dictadura a subir a las tablas El malentendido de Albert Camus, comparten la herramienta: el teatro. Son el Proyecto Simprota: Proyecto porque están en constante evolución; Simprota porque no quieren protagonismos, porque defienden el valor del grupo frente a las individualidades.
El Proyecto Simprota escenifica, dentro y fuera de escena, la importancia de enseñar a ser personas; recalca mediante el montaje escénico que un centro educativo, un instituto de enseñanza secundaria como es su caso, el IES Sidón, no puede conformarse con enseñar conocimientos científicos, sino que tiene que contribuir a formar personas que sepan desenvolverse en el mundo, que se sientan a gusto en su papel de individuos sociales, que comprendan y empaticen con los otros, que quieran y que se dejen querer. Si en todos los centros educativos hubiera un Proyecto Simprota, los ingenieros del MIT no habrían tenido que inventar un flotador transmisor de abrazos. Claro que entonces tendría que haber un Jose Aurelio Martín en cada centro educativo, y esto sería tarea ya del inventor de la oveja Dolly.
Jose Aurelio Martín es el impulsor y cuidador del Proyecto Simprota, es profesor de Lengua y Literatura, dramaturgo, poeta, ensayista, alma de letras en general y brazos convencidos de que pueden mejorar el mundo.
Marta Santana